Versátil y de bajo costo, el dispositivo busca mejorar las prácticas productivas, realizarlas en menor tiempo y con mayor precisión

Buenos Aires. – Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) avanza en el desarrollo de un prototipo multipropósito, creado para cubrir todas las actividades de laboreo que se realizan en el campo de los agricultores familiares. Versátil y de bajo costo, el dispositivo busca mejorar las prácticas productivas, realizarlas en menor tiempo y con mayor precisión.

En la Argentina, la agricultura familiar ocupa un rol central en la provisión y suministro de alimentos vinculados con la frutihorticultura. Solo en Capital Federal y el área metropolitana de Buenos Aires, unos cuatro mil agricultores cultivan las hortalizas y frutas frescas que todos los días consumen más de 14 millones de personas.

Según datos del Censo Nacional Agropecuario de 2002, en el país “existen 67000 productores que utilizan tracción animal como fuente de energía para sus labores agropecuarias”. Por esto, un equipo de investigadores del INTA –integrado por especialistas del IPAF Región Pampeana, la Experimental Hilario Ascasubi y el Instituto de Ingeniería Rural– avanza en el desarrollo de un prototipo que pueda reemplazar la tracción animal por unidades de tracción motorizadas.

Chango es un microtractor con dos velocidades de avance y toma de fuerza de accionamiento independiente. Por su gran simplicidad de fabricación, está equipado con un motor de 4,5 HP de potencia y todos sus paquetes funcionales son de origen nacional.

“Con este diseño buscamos mejorar la eficiencia de los procesos productivos y conseguir mejores condiciones de trabajo”, señaló Juan Pablo D’Amico, investigador de la experimental Hilario Ascasubi del INTA, quien añadió: “Somos conscientes de que la tecnología promueve la humanización del trabajo y la mayor eficiencia de los sistemas productivos agropecuarios regionales”.

El prototipo multipropósito fue diseñado para para mecanizar labores estacionarias, como accionar moledoras o bombas, y labores dinámicas, como: manipulación, transporte y almacenamiento; aporte de fertilizante y agua; preparación y conservación del suelo; siembra y plantación y recolección, entre otras tareas.

De acuerdo con D’Amico, tipológicamente la estructura de la unidad se asemeja a la de un moto-cultivador. Sin embargo, la particularidad radica en que el motor y gran parte de los componentes de la transmisión se encuentran dentro de la circunferencia que describe la rueda. “Esta configuración genera el peso adherente necesario para la tracción y facilita la operación armoniosa del equipo”, explicó.

Entre otras ventajas, la configuración mono-rueda permite la adaptación a diversos tipos de labores y no genera inconvenientes en el ajuste de la trocha. Cuenta con dos marchas de avance, posee una toma de fuerza independiente y el diseño del chasis facilita la ubicación de una barra portaherramientas delantera y una trasera, ambas regulables en altura.

El carácter innovador del proyecto radica en la posibilidad de disponer de una unidad motriz versátil, de bajo costo de adquisición y muy bajo costo operativo –hasta 4.5 litros de nafta por hectárea, según datos de la empresa proveedora del motor–.

En este sentido, Sergio Justianovich –investigador del IPAF Pampeano– destacó que la particularidad constructiva del desarrollo radica en la gran simplicidad de fabricación. “Todos sus paquetes funcionales son de origen nacional, prescinde de componentes complejos de transmisión, lo que permite la fabricación descentralizada en talleres metalmecánicos de baja complejidad y genera un sustancial agregado de valor a los sectores industriales locales”, describió.

Mientras referentes del INTA trabajan en la generación de acuerdos de vinculación tecnológica con actores públicos y privados, los investigadores que participaron en el desarrollo avanzan con los ensayos de usabilidad (maniobrabilidad y mandos) en campo de productores.

Con información de: Agrositio

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