El experto uso información satelital e hidroacústica para explicar los descensos en poblaciones de calamar gigante
Ciudad de México. – A lo largo de los últimos 25 años, el biólogo mexicano Carlos Jorge Robinson Mendoza ha trabajado con satélites, hidrófonos y otras herramientas tecnológicas para hacer diagnósticos de las poblaciones de peces en el Golfo de California y el Pacífico mexicano, particularmente en las regiones más cercanas a la luz y la superficie del mar, que es donde habita la mayor cantidad de especies aprovechables por el ser humano.
Robison, formado en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde también obtuvo su maestría antes de conseguir su doctorado en la Universidad de Gales, Reino Unido, fue el responsable de explicar el descenso en las capturas de calamar gigante en México, después de 2005.
En 2012, el doctor Robinson Mendoza publicó una investigación donde explica por qué la captura de calamares, en el Golfo de California, tuvo un pico máximo de capturas entre 1999 y 2004 (cercanas a las 320 mil toneladas anuales) y posteriormente cayeron paulatinamente hasta alcanzar, en 2012, sólo una tercera parte de la cantidad capturada.
Al respecto, el investigador explica que la tecnología ha ayudado a disponer de información cercana al tiempo real para poder establecer planes de aprovechamiento sustentable de pesquerías y evitar el colapso en la captura de varias especies.
El doctor combinó información de las temperaturas del agua superficial en el mar, colectadas por satélites y con datos de hidroacústica para localizar especies, que fueron colectadas en el buque científico El Puma, de la UNAM.
De este modo, concluyó que los mayores volúmenes de captura de calamar, en el primer lustro del siglo estuvieron relacionadas con un extenso periodo de bajas temperaturas (La Niña 1999) y altas concentraciones de clorofila.
“De enero 2005 a marzo 2012 las capturas disminuyeron progresivamente, alcanzando sólo el 32% de lo capturado durante 1999 a 2004. Esta reducción en las capturas está asociada a un hábitat progresivamente más cálido, con menos concentración de clorofila-a e índices de surgencia más bajos”, indicó el biólogo.
Asimismo, agregó que con el análisis de los datos hidroacústicos y de las capturas del calamar realizadas a bordo del B/O El Puma, se pudo confirmar la asociación de altas densidades de calamar a un hábitat de aguas frías y productivas.
Además de este estudio, con la ayuda de un robot submarino, junto con equipos de hidroacústica, ayudó a localizar poblaciones de peces pequeños indispensables para la alineación de otras especies de valor comercial en Baja California.
“El propósito fue estimar la abundancia de las sardinas, anchovetas y macarelas, que son piezas claves en el ecosistema, porque son alimento de otros mamíferos marinos, aves y peces”, indicó el investigador.
El robot con el que se trabajó en este estudio fue el robot Remote Operated Vehicle (ROV) que es propiedad del Laboratorio de Ecología de Pesquerías y es controlado desde una embarcación.
Cabe destacar que, desde hace unos días, Carlos Robinson dirige el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML), de la UNAM.
Con información de: Crónica