Los suelos son el filtro natural de agua más grande del mundo y un hábitat en el que proliferan millones de microorganismos que mantienen el ciclo vital.

Por Astrid Rivera*

Los suelos son un elemento fundamental no sólo para la cadena agroalimentaria, sino para el balance de la biodiversidad; los componentes que lo integran tanto minerales como vivos mantienen el equilibrio en los ecosistemas y en los terrenos agrícolas, por lo que de su salud depende la seguridad alimentaria.

Se necesitan 100 años para crear solo tres milímetros de nuevo suelo que, a pesar de ello, puede destruirse en un instante. Es el filtro natural de agua más grande del mundo y un hábitat en el que proliferan millones de microorganismos que mantienen el ciclo vital.

Este recurso es la base de la producción de nuestros alimentos y el sustento de la biodiversidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, esa capa de tierra es responsable del 95% de la producción de alimentos a nivel global. Y está sometida a una enorme presión de producción, ya que será el sustento para proveer a más de 10 mil millones de personas que se estima poblarán la Tierra en el 2050.

El suelo está compuesto por microorganismos y minerales que lo hacen un elemento complejo, puesto que del equilibrio de sus componentes depende no sólo su salud, sino también su productividad para la siembra de alimentos.

Desde el comienzo de las civilizaciones, el suelo y la agricultura han estado estrechamente ligados, ya que mediante el manejo de los nutrientes del suelo es que se pueden cultivar los alimentos.

Sin embargo, las malas prácticas agrícolas como el laboreo intensivo, la eliminación de la materia orgánica, irrigación excesiva utilizando agua de mala calidad y, sobre todo, el uso excesivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas agota los nutrientes del suelo más rápido de lo que son capaces de recuperarse. Por lo que es de suma importancia que los agricultores implementen tácticas y productos que no generen tanto impacto a este recurso.

El suelo: un recurso vivo
Desde el punto de vista agrícola, el suelo es la capa de material fértil que recubre la superficie de la Tierra y que es explotada por las raíces de las plantas y a partir de la cual se obtienen nutrimentos y agua. Aunque el suelo está en constante formación, el proceso es sumamente lento. Se calcula que para tener un centímetro de suelo en la capa superficial son necesarios entre 100 y 400 años, por lo cual se considera que el suelo es un recurso natural no renovable en la escala de tiempo humana.

José Luis Ayala, coordinador técnico del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) estimó que alrededor del 45% de los suelos de México tienen distinto grado de deterioro, ya sea por erosión –eólica o hídrica–, problemas de fertilidad, baja nutrición, suelos compactados que no permite intercambio de gases y que se recarguen los mantos acuíferos; detalló que para que el suelo sea fértil requiere tener al menos 2% de materia orgánica.

“El suelo no es algo inerte, en éste hay una cantidad enorme de procesos de microrganismos, interacción con minerales, elementos; si no estuviera el suelo no podríamos concebir la vida como la concebimos. Es una entidad viva biológica, de su capacidad para poder mantener a los microrganismos y distintas interacciones, depende su buena salud”, indicó.

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